Un tropiezo en el Camino

Hola de nuevo. Quienes me conozcáis sabéis que soy una corredora aficionada, y quiero contarte cómo me hice un esguince. Para empezar, déjame decirte que soy apasionada por el running, y siempre trato de mantenerme en forma corriendo regularmente. Pero como dice el refrán, «nunca digas nunca».

Un día, todo comenzó como cualquier otra sesión de entrenamiento. Estaba emocionada por correr mi ruta habitual, con mis zapatillas favoritas y mi música de motivación. El clima era perfecto, y me sentía genial. Bajé al rio con la esperanza de mejorar mis tiempos personales.

Corrí unos kilómetros sin problemas, disfrutando cada paso y sintiéndome en sintonía con mi cuerpo. Sin embargo, al acercarme a una curva en el camino, vi una pequeña piedra en mi camino. En un instante, tuve que tomar una decisión rápida: saltarla o tratar de rodearla. Opté por la segunda opción, pensando que sería más segura.

Pero aquí es donde todo salió mal. Cuando intenté esquivar la piedra, mi pie izquierdo aterrizó en un ángulo extraño y sentí un dolor agudo en mi tobillo. Mi corazón se hundió de inmediato, sabía que algo estaba mal. Me detuve de inmediato y me senté al borde del camino, tratando de evaluar el daño.

Mi tobillo se hinchó rápidamente, y el dolor era insoportable. Intenté moverlo, pero no podía soportar el peso de mi cuerpo. Sabía que me había hecho daño, y lo primero que pensé fue en mi entrenamiento y mis próximas carreras.

Tuve que llamar a un amigo para que me recogiera y llevarme al médico. Después de una serie de radiografías y un examen físico, el diagnóstico confirmó mis temores: tenía un esguince de tobillo de grado 2. Me habían dicho que necesitaría descansar, aplicar hielo y hacer fisioterapia para recuperarme.

La noticia fue devastadora. Sabía que estaría fuera de las carreras durante un tiempo, y eso era difícil de aceptar. Además, aprender a tomarme el tiempo necesario para sanar fue una lección en sí misma. A veces, como corredores aficionados, nos esforzamos demasiado y olvidamos que nuestro cuerpo tiene sus límites.

La recuperación fue lenta, pero con paciencia y la ayuda de un fisioterapeuta, finalmente pude volver a correr. Esta experiencia me enseñó la importancia de cuidar mi cuerpo, prestar atención a las señales de advertencia y no subestimar los riesgos al correr. Hoy en día, corro con más conciencia y precaución, siempre recordando que la salud y el bienestar son lo más importante.